Cuando se habla de párpados caídos se hace referencia al exceso de piel que se produce en el párpado superior y que puede surgir a causa de factores genéticos, patológicos o derivados de la edad principalmente. No hay que olvidar que, en esta zona, la piel es hasta 5 veces más fina que la del resto de la cara y, por tanto, más susceptible de sufrir daños visibles. Como consecuencia, la estética facial se ve notablemente alterada pero también su expresividad. De hecho, los párpados caídos no sólo ofrecen un aspecto más envejecido sino que muestran un estado vital debilitado, cansado o con bajos niveles de energía. De ahí la necesidad de intervenir para recuperar la tersura de la piel y la vitalidad de la mirada.
La situación más habitual entre los pacientes es una caída pronunciada de los párpados y cierto abultamiento poco estético en la parte inferior, todo ello producido por un mal funcionamiento o atrofia del músculo elevador, por exceso de piel o, simplemente, por genética o por el paso del tiempo. La corrección quirúrgica de este problema se llama blefaroplastia, una técnica que permite eliminar el exceso de piel y grasa, suprimir las ojeras y bolsas y elevar los párpados caídos. En la misma intervención, también se puede aprovechar para redistribuir la grasa del contorno ocular, modificar la altura de la ceja o equilibrar la inclinación de los ojos y, así, redefinir los rasgos del paciente de manera armónica y natural.
Con la blefaroplastia se rejuvenece la apariencia de la zona de los ojos y se luce un aspecto más joven y vital pero la visión y la personalidad de la mirada permanecen intactas. Es decir, únicamente se retoca la piel sin alterar la naturalidad visual de los pacientes. La operación dura, aproximadamente, entre una y dos horas, se realiza mediante sedación y anestesia local a menos que, por cualquier motivo, se estime conveniente hacerlo con anestesia general. Tras la intervención, los ojos pueden verse algo hinchados y magullados, especialmente a primera hora del día, y la inflamación podría extenderse hasta las mejillas y mandíbula pero, en dos o tres semanas la mejoría es notable. A los días se retiran los puntos y se puede retomar la vida laboral si se desea.
En cuanto a los resultados, su duración es prácticamente permanente pero puede variar según la edad de los pacientes y el tipo de blefaroplastia. Es decir, las bolsas no pueden reaparecer una vez eliminadas aunque la piel sufra cambios o pierda elasticidad con el paso del tiempo pero el exceso de piel sí podría volverse a formar aunque, para ello, podrían pasar 10,15 o 20 años. Pero asegurar la máxima durabilidad y el mejor resultado de una blefaroplastia sólo es posible cuando se recurre a cirujan@s de confianza, titulados, con experiencia y con un bagaje quirúrgico irreprochable.
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